DESPLAZADOS
Por Rosabel Argote

Una serie producida por Cate Blanchett
Las imágenes de un CIE, de un centro de detención para solicitantes de asilo, que el Gobierno no quería que se viesen.

Una serie sobre un centro de detención para inmigrantes en Australia, que puede trasladarse a los Centros de Internamiento CIEs en el Estado español, y que retrata cómo el derecho se detiene a las puertas de los centros de detención de inmigrantes, allí y aquí.

PAÍS, AÑOAustralia, 2020

DIRIGIDA PORTony Ayres, Cate Blanchett, Elise McCredie, Emma Freeman, Jocelyn Moorhouse

REPARTOYvonne Strahovski, Jai Courtney, Asher Keddie, Fayssal Bazzi, Marta Dusseldorp, Soraya Heidari, Rachel House, Cate Blanchett, Dominic West, Kate Box, Clarence John Ryan, Claude Jabbour, Rose Riley, Helana Sawires, Darren Gilshenan, Phoenix Raei, Maria Angelico, Syd Brisbane, Farid Drokhshan, Allen Edwards, Quirah Firth, Ewen McMorrine, Nyambeche Calvin Mwita, Mirza Najafi, Burhan Zangana, Saeid Shahzadeh Safavi, Saajeda Samaa, Christopher Amalraj Selesteen, Barthlote Selvaraja, Stephen Tongun

ETIQUETAS TEMÁTICAS

Desplazados es una miniserie de seis capítulos, construida narrativamente a partir de cuatro historias que confluyen en una única trama: una mujer que, tras haber sido expulsada de una secta, acaba en un campo de refugiados de su propio país; una familia que decide huir de Afganistán, con el fin de pedir asilo en Australia; la superintendente del centro de detención de refugiados y un guarda de seguridad del centro. La seria, producida, co-escrita y protagonizada por Cate Blanchett, está basada en parte en hechos reales. Su valía consiste en cómo, lejos de ser una serie más sobre migración o asilo, plantea un aspecto concreto pocas veces abordado desde el cine: el de los centros de detención de personas migrantes o solicitantes de asilo. Si bien la historia se concreta en un centro de Australia, el tema es universal. Un ritmo trepidante, diálogos bien construidos y una fotografía excelente nos sumergen en una serie que deja importantes interrogantes sobre los límites del derecho en un centro de detención de refugiados, lugares desconocidos para el público en general.

CRÍTICA VeCINEMATOGRÁFICA

Poco sabe la opinión pública, ni de aquí ni de tantos otros países, que en cada territorio nacional existen unos centros de internamiento en los que se encierra a personas extranjeras. La opinión pública no sabe de ello, porque los Gobiernos guardan con celo la información relativa a estos centros, que tantas denuncias generan desde las organizaciones no gubernamentales. No es de extrañar, por tanto, que una serie como Desplazados, que logra colarse en un dentro de detención de personas solicitantes de asilo en Australia, gire en parte en torno a los esfuerzos del Gobierno australiano por que nada de lo ocurre dentro de ese centro se filtre a la prensa. De hecho, de las cuatro tramas de las que se compone el argumento, una de ellas se corresponde con la de una superintendente que es enviada al Centro para que silencie a los medios: esto es, para que evite que el centro ocupe portadas en los periódicos o minutos en los telediarios. Su cometido concreto es evitar que las organizaciones no gubernamentales cuelen cámaras de vídeo, que periodistas independientes se cuelen en los días de visita para lograr entrevistas con las personas refugiadas retenidas, o que helicópteros del cualquier canal televisivo sobrevuelen el centro y capten imágenes.

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ESCENAS DIALOGOS Y DETALLES TÉCNICOS Y ARGUMENTALES QUE NO SE NOS PUEDEN ESCAPAR

  • Cuatro historias entrelazadas
    La responsable del centro y el guardia de seguridad ofrecen la visión de quienes mantienen el sistema de detención. ¿Se puede cambiar este sistema desde dentro?
  • Centros de cosificación
    Si en algo acierta esta serie es en reflejar el deterioro de la persona sometida a una detención prolongada. Algunos internos se dirigen a los guardias por su nombre, pero estos les responden por su número de interno. Y esa cosificación de las personas hace posible que una mujer blanca australiana termine en un centro de detención de solicitantes de asilo. Pero esta situación anómala y hasta exótica sirve para demostrar que el sistema de internamiento no hace distinciones. Llevándolo a un ejemplo extremo, ¿cómo diferenciar a un cuerdo y a un loco en un centro psiquiátrico cerrado?
  • Lo ambiguo siempre molesta
    Decíamos que los centros de detención de migrantes o solicitantes de asilo no son cárceles, ni son comisarías pues la detención se alarga según la directiva europea de retorno hasta 18 meses y en otros países puede ser, como en Australia, sin un plazo fijo. Este precisamente es el problema a la hora de regular los centros de internamiento, donde en teoría el único derecho limitado es el de la movilidad, pero en la práctica la situación es mucho más compleja. ¿Se te ocurre algún otro tipo de centro cerrado que esté en esa zona oscura del derecho?

Preguntas y reflexiones para el debate y la dinamización en encuentros y cine-forums

  • El dilema moral
    El 8 de agosto de 2020, 16 migrantes que viajaban a bordo de una patera eran rescatados a unas 10 millas de la isla de Gran Canaria. Comenzaba un goteo de llegadas de inmigrantes a Canarias, el cual a fecha de hoy se calcula que supera los 20.000. Estas personas esperan en pabellones improvisados, o sentadas en el puerto de Arguineguín para ser devueltas a sus países. Cambian los protagonistas, pero el guion de esta película es el mismo. Las discusiones en el gobierno australiano con el Tampa (que hemos comentado más arriba) giraban en torno a decidir si permitían atracar al barco o lo dejaban a la deriva. Si permitían que atracase, consideraban algunos que se alentaba a entrar de manera irregular en el país. La otra solución suponía una muerte segura para las más de 400 personas que permanecían en el barco. Finalmente se optó por desembarcarlos en una isla que no era terreno australiano, y que funcionaría como centro de detención. Sin duda, la negativa del gobierno español a trasladar a la península a las casi 20.000 personas llegadas a Canarias el pasado año, debe ser analizada en la misma clave de un dilema moral: si le ayudo, contribuyo a su objetivo de entrar en el país. ¿Pero es correcto llamarlo dilema moral?
  • La denuncia, una cuestión de mayorías y minorías
    Para que una plataforma como Netflix apostara por una serie que denunciase los centros de detención, necesitaba un gancho como el que ofrece Cate Blanchett, a ofrecerse como productora y como protagonista de la serie. Como comentábamos arriba, para los consumidores de Netflix si la injusticia es de color blanca se entiende mejor y es más cercana. La situación de los refugiados en los centros de Naru o en Manus (cerrado en 2017 tras varias denuncias de abusos sexuales y suicidios) reflejan mejor la crudeza de esta situación. En fin, un viejo debate, ¿Qué debe primar, el mensaje un tanto edulcorado para que llegue a más personas, o el mensaje auténtico solo apto para minorías?